Eleanor Roosevelt: la primera humanitaria
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Eleanor Roosevelt: la primera humanitaria

El premiado y reconocido periodista David Michaelis relata minuciosamente cada paso de la vida de Eleanor Roosevelt, mucho más que la primera dama de Franklin Delano Roosevelt, una de las mujeres más trascendentes del mundo en la lucha por los derechos humanos.

Eleanor Roosevelt es una de las mujeres más influyentes en la historia de Estados Unidos y del mundo. Aprendió a superar situaciones adversas desde niña y con esfuerzo y convicción, lideró y representó a las mujeres y a los desplazados. David Michaelis, el autor de esta obra, permite conocerla a fondo, yendo de menos a más, como supo hacer ella para desplegar todo su potencial e iluminar el ríspido camino de los derechos de la mujer y los de todos los seres humanos.

 

Para Eleanor, proteger y cuidar fue lo que dio sentido a su existencia. DAVID MICHAELIS

Eleanor Roosevelt es ejemplo de superación personal, ruptura y liderazgo. Pero además, de la posibilidad de lograr cambios incluso en el más difícil de los contextos y bajo las más desfavorables condiciones.

Una infancia trágica

Eleanor Roosevelt nació en Nueva York el 11 de octubre de 1884. Perteneció a una familia de clase alta cuya madre no se sentía orgullosa de ella y se quejaba de su seriedad y sencillez. Con su padre Elliot, en cambio, tuvo una relación mucho más afectiva, pero el alcoholismo que padeció les impidió estar juntos. Antes de cumplir diez años de edad, Eleanor había perdido a su madre, a uno de sus dos hermanos y a su padre. Los primeros fallecieron por difteria, y Elliot por causa de su adicción. Estas tragedias, explica Michaelis, marcaron una infancia carente de afecto y llena de inseguridades que provocaron en ella la necesidad de vivir complaciendo a los demás. Y así lo hizo durante gran parte de su vida.

Allenswood, mucho más que una escuela

Un cambio fundamental en su juventud se dio cuando ingresó como pupila en Allenswood, una escuela situada en Londres. Marie Souvestre fue su mentora, quien le enseñó el francés y le hizo desarrollar una mente independiente.

 

Eleanor recordaría a Allenswood como la época más feliz de su juventud y a la Sra. Souvestre como su más profunda influencia después de su padre. DAVID MICHAELIS

En 1901, su tía Pussie le reveló detalles de la muerte de su padre y la existencia de un hermanastro producto de la relación amorosa que Elliot había tenido con la criada. Enterarse de esos acontecimientos fue importante para el devenir moral de Eleanor en el que buscó, a través de su conducta, compensar los errores que su padre había infligido a la familia.

Todo queda en la familia

Eleanor se casó a sus 20 años con su primo quinto, Franklin Delano Roosevelt. La pareja mantuvo su compromiso en secreto durante al menos un año porque Sara, la madre de Franklin, se había opuesto inicialmente a la relación. Michaelis describe la influencia de Sara en cada una de las decisiones de su hijo. Tal fue así que permitió que su madre viviera con ellos prácticamente en la misma casa, incluso aún con los seis hijos que el matrimonio tuvo.

 

Al evitar confrontar a Sara y pedirle que se aleje de su territorio, Eleanor encajó perfectamente en el deseo de Franklin por la distribución de poder en la familia. DAVID MICHAELIS

El autor de esta obra también deja entrever que el rol de madre no satisfacía a Eleanor. Parecía hacerlo solo para complacer a su esposo. Deber con el que se comprometió al máximo cuando, en 1921, se encargó de cuidarlo tras contraer poliomielitis y quedar paralizado de sus piernas de por vida.

Primera dama

Franklin se convirtió en presidente de Estados Unidos el 9 de noviembre de 1932 y ocupó ese cargo durante cuatro períodos consecutivos. Pero cuando Eleanor llegó a ser primera dama, ya era una líder política reconocida. Años atrás, una vez iniciada la carrera política de su esposo, se unió a la Women’s Trade Union League, en la que luchó por los derechos laborales de las mujeres.

 

La mayoría de los americanos esperaban que la mujer del presidente se quedara en su casa y cuidara de su esposo… DAVID MICHAELIS

Como primera dama creó una comunidad en Arthurdale donde construyó hogares y mejoró las condiciones de los trabajadores. Allí mismo inició su lucha contra el racismo, llegando a posicionarse como aliada de los afroamericanos e intermediaria nacional. En 1934, a los 50 años de edad, era más popular que su marido.

Vida extra-matrimonial

Michaelis explica lo difícil que fue para Eleanor llevar adelante su matrimonio con Franklin, a quien le descubrió en 1918 una infidelidad con su secretaria Lucy Mercer. Esto la llevó a independizarse de su rol como esposa y a vincularse más íntimamente con otras personas. Tuvo una gran amistad con su asesor político Louis Howe y se sospechó de algún romance con la periodista Lorena Hickok, quien además fue su mentora en su vida adulta, y con su doctor David Gurewitsch, 18 años menor que ella, de quien se enamoró y con quien estuvo hasta los últimos días de su vida.

Su influencia en el mundo

A pesar del deterioro en la relación amorosa, Eleanor y Franklin constituyeron una sociedad política que fue testigo de grandes acontecimientos del siglo XX, tales como las guerras y el nazismo. Mientras que Franklin se mostraba muchas veces impasible y neutral ante estos eventos, Eleanor siempre se manifestó en contra. La guerra despertó en ella su capacidad innata para la organización y su vocación de servicio. Su voluntarismo y su lucha por los derechos de los refugiados la convirtieron en figura mundial.

Luchar hasta el final por lo que nadie antes ha luchado

A través de sus discursos, escritos e incluso un programa de televisión, Eleanor tuvo una voz propia en un mundo de hombres y convocó a todas las mujeres para preservar la libertad e igualdad como base para la democracia. Franklin falleció en 1945, pero Eleanor continuó su trabajo como líder y tuvo un rol decisivo en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, por los cuales luchó hasta el día de su muerte por tuberculosis el 7 de noviembre de 1962.

 

Cada hora, cada día, cada semana, desde el escritorio de al lado, Eleanor aprendió la política femenina de mantenerse fuera del centro de atención para mantener la “independencia” del éxito del hombre poderoso. DAVID MICHAELIS

En una época donde la mujer estaba destinada a quedarse en su casa, ella desafió el orden preestablecido. Sabiendo que no podía escapar del mundo ni de sus problemas, repudió la guerra y promovió el respeto por la humanidad. Eleanor tuvo una vida difícil desde su inicio. Una vida quizás destinada a permanecer bajo la sombra de su marido, y a la que supo darle su propia luz. Una luz que iluminó al mundo.

David Michaelis escribe una biografía por demás extensa que, aunque excelente, tiende a detenerse en detalles innecesarios. Es el autor de Schulz and Peanuts y N. C. Wyeth, libro que ganó el Ambassador Book Award. Vive en Nueva York con su familia.

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